La cumbre mundial del clima arrancó en Sudáfrica

La renovación del Protocolo de 'Kioto' muy incierta

 Por Vida Amor de Paz

Por todos los corredores del Centro Internacional de Convenciones de la Ciudad de Durban, Sudáfrica, se respira un ambiente de incertidumbre con respecto a los resultados que pueda arrojar la Cumbre Mundial del clima en relación a la renovación del Protocolo de Kyoto que vence este año. En dicha Cumbre que arrancó el 28 de noviembre del año en curso y que termina el 9 de diciembre,  participan 194 países, y entre ellos, los países más castigados por el clima como lo ha sido Guatemala en los últimos tiempos. 

A pesar de que la consigna es detener el  incremento de la temperatura del planeta para que no supere los dos grados centígrados, los Estados Insulares y países del Istmo Centroamericano abogan por un incremento de no más del 1.5 centígrados de temperatura para todavía preservar la integridad de las  poblaciones que allí viven, pues una subida arriba de 1. 5 centígrados cumpliría con las predicciones anunciadas de mayores estragos que puede producir el calentamiento global para la región. 

El Dr. Luis Ferraté, Jefe de la Delegación guatemalteca en Durban y Comisionado Presidencial de Cambio Climático opina que los retos son muy grandes para Guatemala pues existen muchos otros países que también son vulnerables, los que también buscan que se les priorice el financiamiento. Posiblemente se hable de competir entre sí por la adquisición de fondos para contrarrestar los riesgos, pero lo importante es que en esta Cumbre,  tanto Guatemala como el resto de los países del Sistema Centroamericano sean reconocidos como países altamente vulnerables para que puedan ser recipientes de fondos para adaptación al cambio climático.  

Según Ferraté, el problema es que los países africanos están muy unidos a través de OASIS, y Centroamérica no es parte de dicha coalición. Ellos abogan mayormente por su vulnerabilidad para estar facultados a tener mayor acceso a los fondos. Por ende, Guatemala ha iniciado intensas negociaciones en esta Cumbre para lograr mayores volúmenes de financiamiento blando y asistencia financiera y técnica para enfrentar el cambio climático con adaptación. Esto sin embargo, podrá ser una realidad únicamente si Guatemala es ratificada como uno de los países más vulnerables al cambio climático, razón por la cual los delegados que asisten a la COP 17, trabajan arduamente por hacer del conocimiento de todos, sobre los estragos acaecidos con el Mitch, Stan, Agatha y recientemente con la depresión tropical E-12. 

No cabe la menor duda que las negociaciones serán complicadas, pero desde ya se espera que los textos relacionados a desarrollo de capacidades y tecnología,  sean aprobados en Durban, al igual que el texto que incluye el Marco de Adaptación al Cambio Climático que es lo que interesa a Guatemala, el que puede llegar a feliz término. 

De todas las Cumbres que han habido en los últimos tiempos, la presente es clave, porque finaliza la vigencia del Protocolo de Kioto, y este hecho demanda que se establezca un nuevo acuerdo vinculante para la reducción de gases efecto invernadero-GEI que incluya a los dos países que más contaminan: China y Estados Unidos.  Sin embargo,  pareciera que no hay consenso aún al respecto, y Estados Unidos sigue dando muestras de una oposición felina a un nuevo pacto mundial, junto a la resistencia del Congreso y del Senado, con el agravante de que un alto porcentaje de la población estadounidense tiene la idea de que los científicos han especulado y que todo es una gran exageración. Falta ver en esta Cumbre,  cuál será la posición de los países emergentes como Brasil, India, y China. Este último, que sólo parece interesarse en limitar el ritmo de crecimiento de sus emisiones, pero  cuyas emisiones son de las más altas, encontrándose sin un verdadero control y verificación exterior.

La Unión Europea parece exasperarse por la falta de compromiso de los países emergentes, pero está dispuesta a prorrogar en solitario su adhesión a Kioto, cuyo  plan es la reducción  de emisiones del 20% para el 2020 (respecto a 1990). Pide a cambio, que las demás naciones industrializadas apoyen por lo menos un plan para que en  Durban salga una ruta pactada que permita tener un acuerdo jurídicamente vinculante a más tardar  para el 2020. 

De una forma u otra, muchos negociadores y miembros de gobierno y ONG´S que han llegado a  Durban saben en el fondo, que estamos  en un momento crucial para abordar el problema del cambio climático y que la humanidad podría estar en grave riesgo, al punto del ‘no retorno’. 

Ahora los gobiernos tendrán que escoger  si  retardar el proceso,  o no.   Según la Editorial ECO que se produce en cooperación con el Network de Acción Climática en las sesiones de  Durban, retardar las negociaciones para obtener un pacto legal y vinculante para el 2020 podría significar condenar al mundo entero a sufrir los acelerados efectos del cambio climático, mermando así el futuro de las  generaciones venideras y la supervivencia de la humanidad.