Estamos haciendo leña a Guatemala.

Guatemala, lugar de muchos árboles. Etimológicamente ese es el nombre del territorio que asentamos los guatemaltecos.

Nuestros ecosistemas forestales son la base de las 14 zonas de vida que caracterizan nuestro país. Bosques tropicales del Petén-Caribe, subtropicales del Ixcán, húmedos-tropicales de Izabal, nubosos de la Sierra de las Minas y las Verapaces, montanos de los altiplanos Occidental y Central, secos de Zacapa, extintos de las tierras bajas del Pacífico y los manchones de manglares de la costa.

En 108 mil kilómetros cuadrados, Guatemala tiene de todo tipo de árboles, paleta de colores en floración. Cedros, caobas, ceibas, Santa María, hormigos, ramones, jobos, amarillos, matilisguates, pinos, encinos, guayacanes, jacarandas, Flor de Fuego, y mangles rojo, negro, blanco.

Perdemos 73 mil hectáreas de bosque al año —una hectárea es como una cancha de futbol—. En los años 50, el 68% del territorio nacional era bosques originales. Ahora, la cobertura del país es del 24%, de acuerdo con datos de 2009 del Instituto Nacional de Bosques (Inab).
El mayor ecocidio guatemalteco sucedió en la costa grande: primero, algodón; luego, plátano, ganado y caña de azúcar; ahora, palma africana. La agroindustria impactó el paisaje, al que sólo nos asomamos gracias a Flavio Herrera en sus novelas El Tigre, Caos y La Tempestad.

La reforestación está declarada de urgencia nacional. El artículo 126 constitucional llama a privilegiar esta acción nacional. Las 38 cuencas hidrográficas están deforestadas. Perdimos los bosques de galería de los ríos del Pacífico.

Son causas de la deforestación el cambio del uso del suelo para monocultivos, ganadería y urbanizaciones; el avance de la frontera agrícola, las talas ilícitas, el tráfico y depredación, el transporte nocturno, la demanda energética rural y un largo etcétera.

Los bosques naturales están en las áreas protegidas, como la Biósfera Maya, en Petén. Otra parte, en tierras indígenas. Por ejemplo, los bosques comunales de Totonicapán.

La ley forestal no fue promulgada para proteger y conservar los bosques. Todo lo contrario: se orienta a fomentar el aprovechamiento e industrialización.

En 15 años el Programa de Incentivos Forestales (Pinfor) repartió millones de quetzales en incentivos, sin lograr significativos impactos. La masiva reforestación por medio de los ex patrulleros de Autodefensa Civil fue una mentira política. Los incendios forestales devastan anualmente grandes extensiones de bosques. Somos hoy más vulnerables al cambio climático.

La impunidad forestal es real. Hay corrupción. La política se ha quedado desfinanciada y sin un norte, falta liderazgo. Mientras tanto: estamos haciendo leña a Guatemala. “Justicia para la naturaleza”.

Yuri Giovanni Melini, guatemalteco (1962), activista ambiental y defensor de derechos humanos.  Médico y Cirujano (USAC 1987).  Tiene 30 años de experiencia en temas de política, legislación y economía ambiental guatemalteca.  Fundó el Centro de Acción Legal-Ambiental y Social de Guatemala (CALAS) en 2000.  Recibió el Premio Mundial de Derechos Humanos:  "The Front Line Award For Human Rights Defenders At Risk" otorgado por el Parlamento Irlandés y The Front Line Foundation (Dublín, Irlanda 2009).  Sobrevivió a un grave atentado criminal que puso en riesgo su vida el 4 de septiembre de 2008.  Fue columnista del Diario de Centro América.  Es un laico católico comprometido con la misión de la Iglesia, en la opción por la justicia y los pobres.  Apasionado de la comida guatemalteca.