Por: Vida Amor de Paz
En la Conferencia de Partes de Cambio Climático de Naciones Unidas-COP 16 celebrada en Cancún, México, por fin ha habido un cambio substancial en la forma en que se han logrado negociaciones en este tema. En primer lugar, Cancún fue la plataforma este año para que se abrieran todas las naciones del mundo(a excepción de Bolivia) a entrar en un Acuerdo, que aunque aún no ha sido perfecto, es hasta cierto punto vinculante en algunos aspectos, y traza la ruta para afianzar los detalles más minuciosos y puntuales en la próxima cumbre que se celebre en Durban, Sudáfrica.
Después del debacle en Copenhagen a finales del 2009, muchos coincidieron que sin un resultado positivo y balanceado en Cancún, no podríamos lograr una acción global y restaurar la confianza en esta Convención y su Protocolo de Kioto. Sin embargo, las resoluciones adoptadas el 11 de diciembre en dicha Cumbre, dieron al mundo una sensación de alivio, donde era visible la emoción de haber logrado por fin que 193 naciones de 194, se pusieran de acuerdo en resolver el problema del cambio climático que afecta ya, a países como Guatemala.
Después del debacle en Copenhagen a finales del 2009, muchos coincidieron que sin un resultado positivo y balanceado en Cancún, no podríamos lograr una acción global y restaurar la confianza en esta Convención y su Protocolo de Kioto. Sin embargo, las resoluciones adoptadas el 11 de diciembre en dicha Cumbre, dieron al mundo una sensación de alivio, donde era visible la emoción de haber logrado por fin que 193 naciones de 194, se pusieran de acuerdo en resolver el problema del cambio climático que afecta ya, a países como Guatemala.
Esta Convención se diferenció de la anterior celebrada en Copenhague porque esta vez hubo confianza en el proceso y mucho se debió a los equipos de personas que manejaron la negociación, entre ellas la mexicana, Presidenta de la COP, Patricia Espinosa, y la Costarricence, Secretaria de la Convención, Christiana Figueres. En la Convención del año pasado, las discusiones paralelas, las reuniones secretas, y los acuerdos maquinados por ciertas potencias a puerta cerrada, cerraron el vínculo con el resto de países y mermaron en la confianza que debía reinar para que caminara un Acuerdo entre todos. En Copenhague, el Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y otros mandatarios de grandes potencias mundiales, presentaron un texto a la plenaria para ser adoptada, mientras que anunciaron previamente a los medios que ya había un resultado.
Este acuerdo sin consenso y apresurado, escrito entre solo unos países poderosos, fue tomado como una imposición de los grandes. El resultado fue que el Acuerdo jamás fue adoptado pues el texto de ese supuesto acuerdo apareció ‘de la nada’, a pesar de que Delegados de todas partes del mundo habían estado negociando por largas horas al día, durante dos semanas. Esto fue además concebido, como una falta de respeto a los negociadores que representaban a 194 países y que habían trabajado sin descanso por mucho tiempo atrás.
No obstante, en Cancún, se dio desde el inicio, un espíritu de confianza. Hubo menos mandatarios de Estado, menos medios y menos expectativas, puesto que no se esperaba que hubieran resultados importantes, sino únicamente, que sirviera de peldaño para las negociaciones que le seguirían. Por ello, fue de gran sorpresa que el día 11 de diciembre, 193 países, con tan solo la oposición de uno ( Bolivia) se diera finalmente el Acuerdo, constituyéndose en un gran logro en medio de aplausos, júbilo y euforia de todos los asistentes de la COP 16.
Posiblemente se haya finalmente dado el Acuerdo, porque los delegados de los países comprendieron que si con ese espíritu de confianza y sinergia positiva no se daba un Acuerdo, era casi imposible que se diera el siguiente año, porque otro fracaso podría propiciar que los países de desalinearan del proceso y trabajaran de forma aislada en iniciativas informales, lo que no conduciría en absoluto a lograr palear el problema de fondo. De tal forma, que por dos semanas consecutivas, los delegados trabajaron con decisión y determinación para encontrar puntos de convergencia en los compromisos que debían todos juntos consensuar.
La campaña bien manejada de México, para restaurar la fe en el proceso entre las delegaciones fue clave para el éxito de Cancún, a pesar de que los primeros días se rumoraba que había un texto “mexicano” que circulaba fuera de bambalinas. En respuesta a ello, la Presidenta de la COP Patricia Espinosa repitió incansablemente que no existía ningún texto fuera de lo que se llegara en conjunto a la COP.
Sin embargo, Bolivia fue esta vez, la piedra en el zapato. Mientras las delegaciones buscaban consensos, Bolivia encontraba faltas en todo, y mientras el Presidente de Bolivia, Evo Morales, daba un discurso donde emitía su interés en un Acuerdo que favoreciera a los más vulnerables, el Delegado oficial de Bolivia parecía no querer entrar en ningún arreglo.
De tal forma, que mientras se veía un entusiasmo sobrecogedor de todas las naciones del mundo en “componer” el problema climático que nos agobia, incluyendo a “observadores” que estaban dispuestos a aceptar los Acuerdos de Cancún, Bolivia hacía una lista de preocupaciones sustantivas y peleaba la falta de consenso oponiéndose a las decisiones adoptadas. Lo interesante fue ver que a pesar de que tanto Cuba, como Venezuela, Nicaragua y Ecuador aún expresaban desacuerdos en ciertos puntos, finalmente lo aceptaron, y Bolivia siguió solo sin el apoyo del Grupo Alba. Los argumentos de Bolivia no ganaron suficiente apoyo de ningún país del mundo, pues según Espinosa, el consenso requiere que todos tengan el derecho a ser escuchados y que a sus puntos de vista se les tome en consideración, y a Bolivia se le dio esa oportunidad. El consenso no significa que un país tenga el derecho de vetar y prevenir la voluntad de 193 países de poder caminar hacia adelante en las negociaciones futuras, que es algo que nuestras sociedades y las futuras generaciones esperan, reiteró Espinosa.
Al final, se dio el Acuerdo y se evidencia como lleno de integridad. Aunque algunos observadores dicen que no es un acuerdo vinculante, opino que lo es en muchos aspectos y que a pesar de que el mismo aún no garantiza que podamos librarnos de eventos climáticos severos en el futuro, la ruta está trazada, para que con las futuras evidencias científicas, en la próxima COP 17 se pueda afianzar el apoyo mucho más substancial de los países industrializados que más han contaminado, y que se pueda llegar a afinar porcentajes en la reducción de los niveles de carbono y en muchos más aspectos que es requerido para combatir la mayor amenaza que jamás hemos tenido a nuestras puertas.
En resumidas palabras, puedo decir que este es el inicio de una nueva era: posiblemente la era de la que tanto han hablado los Mayas en el Libro de Profecías Mayas del Chilam Balam; la era que culmina el 22 de diciembre del 2012 e inicia una nueva era siendo más amoroso con la Madre Tierra y con mayor espiritualidad. Una nueva era de luz.